Permitirme transmitiros, lo que cuenta este articulo de Vicki Fleming, experta en educación para el s XXI.
El otro día dándole vueltas a los tiempos que corren y lo que espera a nuestros niñ@s y jóvenes, analizándolo desde mi área, que no es otra que la de educar y preparar a las nuevas generaciones para el mundo que se van a encontrar, tuve la suerte de poder leer esta joya de artículo que define para mi lo que esta pasando y desde mi punto de vista nos indica el único camino para poder afrontar lo que viene, que no solo por difícil, sino mas bien, por desconocido, puede frustrar el futuro de las generaciones venideras?
Comenta Vicki, que pensando en las nuevas generaciones no cabe duda que los padres queremos a nuestros hijos y que por lo tanto pretendemos lo mejor para ellos, sin embargo, Vicki se hace la siguiente reflexión, ¿no estaremos por un lado condicionando negativamente por sobre protegerlos, muchas veces actuando en su lugar ante cualquier contingencia tanto en casa como en el colegio y por otro premiando en exceso por trabajos mediocres o por hacer lo que es su obligación?
Estos pensamientos le llevan a Vicki a su pasado y a contarnos algunas lecciones aprendidas entonces.
Matilda fue su mejor amiga, lista, con voluntad de hierro y muy creativa, pasaban la mayoría del tiempo jugando fuera de casa al aire libre, con libertad y mucho espacio para dejar volar la imaginación. El entorno familiar de ambas era parecido, la madre trabajaba en casa y el padre largas horas fuera, las comidas se servían a la misma hora todos los días y la familia comía junta en la mesa de la cocina, no estábamos sujetas a una paga, pero aprendimos desde muy pequeñas el valor del dinero y la necesidad de ganarlo para poder comprarnos nuestros caprichos.
Se esperaba de nosotras que fueramos capaces de entreternos por nosotras mismas. No teníamos video juegos, televisión por cable ni móviles y aunque con normas y restricciones nuestros padres rara vez se involucraban en la organizacion de nuestras actividades recreativas y sobre todo no eran lo que ahora se denomina "padres helicóptero", eran adultos encargados de nosotros a cierta distancia.
Inventábamos nuestros juegos, buscabamos nuestras reglas del juego y organizábamos nuestros equipos, Resolvíamos nuestras diferencias y nos reconciliabamos sin necesidad de la intervencion del padre o la madre. No teníamos miedo de asumir ciertos riesgos que incluian sobre todo actividades fisicas y deportivas arriesgadas, aprendiendo la importancia de ser competentes en lo que hacíamos.
En casa teniamos la tipica pizarra de tiza colgada en la cocina con las tareas de cada uno, recoger, lavar platos, arreglar la habitación o cualquier otra actividad que se requiriera en la casa. Todo esto nos servia para aprender a delegar y organizar las actividades que haciamos con los amigos. Sin ser mandonas sabíamos por experiencia como hacer las cosas para que funcionaran. Siempre que recuerdo aquellos tiempos, me admiro del nivel de madurez y responsabilidad que mi grupo tenia a una edad relativamente temprana.
A nivel social eramos bastante independientes aunque sabiendo hasta donde llegaba nuestra libertad, éramos responsables, todo esto complementado con trabajo, el "amor exigente" y el ejemplo de nuestros padres. No se nos trataba como bebes cuando no lo éramos, se esperaba que respetáramos a profesores y adultos y que fueramos justos con los amigos y hermanos.
Al llegar a instituto despegábamos camino de la universidad armados con la brujula de la decencia moral, una educacion solida que junto con las instrucciones basicas para la vida de nuestros padres, con expectativas y confianza podiamos hacer ya de adultos.
Imagino que cada generacion refleja lo que fue y no fue capaz de hacer en su infancia, algunos de mis amigos hubieran requerido mas atencion personal al ser familias numerosas pero en general todos salieron bien parados, eramos independientes, sensibles, trabajadores y la amistad iba mas alla de las relaciones por redes sociales.
Esta claro que el mundo exterior nos expone a verdaderos peligros, pero como padres debemos medirlos y abstraernos por un lado de crear excesivos miedos que puedan apartar al niño de las curiosidades innatas y por otro crearle demasiados complejos sin merecimiento, alentando un sentido del reconocimiento irreal. Es muy difícil construir su confianza o aumentar su autoestima si les "sobrevaloramos " cada cosa que haga a diario. Si así lo hacemos corremos el riesgo de crear niños poco resistentes o flexibles incapaces de ser independientes de sus padres siendo entonces potencialmente mas seguidores e influenciables que líderes, con muchas inseguridades.
No creo que los padres con ese " amor exigente " vayan a fallar a sus hij@s por ser un poco mas duros o darles libertad para que cometan sus propios errores, al contrario le estaremos dando fuerza para lidiar con la vida, tomar decisiones sensatas y las alas para volar en la dirección correcta, dándoles su pequeño espacio para su independencia. Enseñándoles con honestidad y compartiendo sus propias lecciones de vida, avanzara y se fortalecerá su carácter aportándole los medios necesarios para moverse con facilidad en la vida.
Si es cierto, que nuestros hijos cometeran errores en la vida pero si les damos las herramientas necesarias para pensar independientemente, ser íntegros y resistentes en los tiempos difíciles y nunca rendirse sino creer en su capacidad de superación, estaremos creando líderes y no seguidores.
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